jueves, 8 de enero de 2015

Suerte

Se lo había imaginado de otra forma....

Aunque, por supuesto, lo que menos le importa a un suicida es como está el clima. El día, pesado, casi alcanzando los 37 grados, hacía más cansina la caminata hacia la plazoleta donde alguna vez había existido la felicidad. O mejor dicho, momentos felices.

La felicidad es algo abstracto, fue lo primero que se le cruzó en la mente luego de un largo aletargamiento cerebral. Tomó conciencia de donde se encontraba. Había caminado, al menos, 10 cuadras como un zombi en esa subida empedrada. Pero allí se encontraba, preso de la nostalgia delante de esas rejas verdes, que funcionaban como el umbral de esa plaza desierta.

Se sentó por un momento en el banco de piedra, apoyó los codos sobre sus rodillas y comenzó a llorar, con la cabeza hundida en sus palmas.

-Las cosas tendrían que haber sido de otra manera

Levantó la cabeza y le gritó al cielo, que en su versión más despejada y pacífica, parecía burlarse de su situación.

-ESTA ES LA PEOR DE MIS VERSIONES. LA MÁS COBARDE...

Desenfundó con bronca el revolver que guardaba en su cintura y apretó los dientes

-Pero dicen que el suicidio es el acto de cobardía más valiente. Eh, qué te parece? Te cagué.

Las lágrimas brotaban lentamente de sus ojos mientras se puso el revolver en su sien derecha. Cerró sus ojos con fuerza, frunció la boca... y volvió a bajar el arma.

-La puta madre...

Se metió el arma en la boca y acercó un dedo al gatillo

En su mente, hubo una breve cuenta regresiva

3...2....1


-Eh amigo, no tenés unos pesitos para el vino?

Con un enorme susto, el arma casi se le resbala de las manos, pero alcanzó a guardarla antes de que su sorpresivo interlocutor se diera cuenta.

-No, andate
-No te asustés amigo, no te voy a hacer nada

De reojo, vio como dos personas más se acercaban a la escena.

-No te voy a hacer nada, si me das unos pesitos, el celular, todo. Ahí vienen mis amigos y tienen una faca.

-Perdoname. No tengo nada.

Dicho esto, se puso de pie y se adentró más en la plazoleta, en un intento por perderlos de vista. Pero uno de ellos aceleró el paso. Corrió.

Y casi interpretándolo como una broma de mal gusto, su paciencia se desbordó.

Ejecutó con un disparo certero a quien venía corriendo detrás de él. El disparo rebotó en la frente de su perseguidor, quien se frenó en seco y cayó sin vida al piso.

El hombre que lo había amenazado en primera instancia, se dio vuelta y comenzó a correr en dirección opuesta. El restante quedó en la mira.

-PARÁ AMIGO. YO NO TENGO NADA QUE VER
-Lugar y momento equivocado. Persona equivocada. Estos chistecitos del destino no me gustan.

Del revolver salieron dos tiros casi pegados. Al estómago y al pecho. 

El restante corrió por su vida, corrió como alma que se lleva el diablo. Un disparó pasó casi rozándole una pierna. Muerto de miedo, puso las manos detrás de su cabeza, como quien se rinde ante un adversario superior.
Un tiro en su tobillo izquierdo lo hizo doblarse y caer de rodillas en el asfalto. Una patada le llegó a la nuca, y sus dientes chocaron contra la fría piedra de la calle. Herido, con una pierna inmóvil y la boca ensangrentada, se dio vuelta a duras penas para quedar de frente a su atacante. A quien, hace unos instantes atrás, había creído su víctima. Su presa fácil.

-Amigo, por favor...
-Lo conseguiste. Esto es más que una serie de eventos fortuítos. Estoy seguro.

Con su última lágrima de la tarde, miró por unos instantes al cielo. Y luego apuntó hacia su víctima en el suelo.

-Por favor, no...

De pronto, quien hace algunos instantes era un suicida, sonrió. Sintió motivos para sonreir. Negó con la cabeza y suspiró.

-Vos sos el que tuvo suerte. Nunca te lo olvides.

La última bala del revolver impactó en la zona genital del hombre del suelo, quien se retorció de dolor con un grito lastimoso.

Sin dejar de sonreir, el portador del arma se alejó tranquilamente de la escena.

-Tal vez algún día la encuentren- Pensó para sus adentros mientras tiraba el arma en un container de basura.

Tal vez algún día me encuentren...