miércoles, 11 de abril de 2012

Tic Tac

Tensión y reposo. Momentos de calma y situaciones que requieren de un nivel de concentración y rapidez mental para ofrecer una respuesta que solucione el problema que se nos presenta. Cataratas de problemas. La mochila cada vez más pesada. La sensación de que se nos cae la estantería que a duras penas podemos sostener. Esto, aquello, lo otro... todos problemas que tienen fecha, hora, consecuencias a corto y largo plazo. Cada vez se hace más difícil aprovechar los momentos de descanso, porque nos reclinamos sobre nuestro respaldo y no hacemos más que pensar en el reloj, y escuchar ese sonido de la aguja de los segundos torturándonos, perforando nuestros oídos con cada movimiento que nos empuja cada vez más cerca de los problemas. Y aflora el pico de estrés, consecuencia de la angustia de ser superados por la situación.

Y luego la calma...

Descubrimos que fuimos capaces de ir resolviendo los temas que nos aquejaban uno atrás de otro. La paciencia, clave. La concentración también. Y la tranquilidad de saber que las consecuencias más graves nos dejarían en todo caso en un punto cero, en el cual un nuevo comienzo es posible.

jueves, 5 de abril de 2012

La contracara

Después de pegarle tanto a la raza humana, me permito hacer un alto y hablar de la contracara del asunto, de los valores positivos que aún persisten.
Hoy quiero hablar de un tema no muy feliz, pero algo que a su vez habla bien del ser humano: la tristeza ante la pérdida de un ser querido. Aquel baldazo de agua fría que a todos nos inunda en algún momento, aquel instante repentino en el que nuestro cerebro percibe la trágica noticia y al instante la memoria vuelca los recuerdos alegres y momentos vividos, con una extraña luz blanca haciendo del recuerdo algo casi mágico... pasa de una imagen a otra, en forma de diapositivas por nuestro sistema nervioso en cuestión de segundos... y de repente se apaga, se remite a una oscuridad propia de la TV que dejó de transmitir una imagen y del destello blanco absoluto pasa al definitivo negro. Lágrimas. El instintivo movimiento de la mano al pecho. El cuerpo indicando un malestar emocional incesante, como si algo le hubiese sido arrancado con las manos de algo tosco, deforme y carente de amor. Y el largo proceso de duelo, en el cual la mente se sumerge lentamente en la realidad, y comprende que aquella persona desapareció del mundo real para siempre...
No todo es falsedad. Y no todo es pura lógica... hay cosas que todavía no poseen una explicación racional y coherente. Como por ejemplo, un hijo que llora a su difunto padre después de haber llegado a sentir odio hacia el mismo. ¿Cómo puede ser que lo positivo pese más aún en esas circunstancias? En algún momento se me ocurrió pensar que las lagrimas en un caso como este, se deben a la comparación... El individuo compara su situación con la de otras familias más unidas, y el llanto es una manifestación de bronca y frustración por no haber podido resolver a tiempo todos los conflictos... Y de esta forma estaríamos cayendo de nuevo en el egoismo... en que toda sensación incómoda pasa por estar "peor" que otros. Pero no... yo creo que hay algo más... algo que mi cuadrada lógica no alcanza a comprender, y quizás nunca lo haga.
Hay quienes se aferran a la idea de la vida después de la muerte, como una esperanza de poder ver a sus seres queridos otra vez. No es algo que encaje en mi pensamiento... pero es válido igual.


martes, 3 de abril de 2012

Autocriticarse

Como ya expresé antes, el ser humano común tiene incorporada una dosis de egoísmo propio de su naturaleza, necesaria para adaptarse al mundo actual plagado de aventajados que quieren sobresalir valiéndose de su rapidez mental para desplazar a aquellos que se duermen ante las oportunidades.
Sin desviarme más del tema de hoy, quiero proponer una manera de mantener nuestro egoísmo a raya: la autocrítica. Ante cada situación incómoda o conflictiva, es de gran ayuda para uno mismo y para el entorno hacer un meaculpa. Es decir, analizar en primera instancia cual es el error que está cometiendo uno para llegar a verse envuelto en ese problema. Esto requiere el ejercicio de pensar cómo nos ven los terceros. Ponerse en el lugar del otro. Ese es el principio básico para reducir nuestros niveles de egoísmo. El resultado de la autocrítica debería tender siempre a ser solidario con los demas. Cuando, en cambio, la resolución implica ser más estricto con ciertas cosas, y tiende a restringir en vez de permitir, siempre debemos dar a conocer el por qué. De esta forma abrimos la posibilidad a que otros quieran autocriticarse y corregir desde su lugar aquello que inició el conflicto.
A largo plazo, si esto siguiera los caminos de la lógica, el egoísmo tendría que desvanecerse. Pero soy realista y entiendo que la situación de no conflicto, siempre dará lugar a la aparición de nuevos aventajados, que querrán sacar provecho de la situación.

La mentira más grande fue decirnos que la tortuga ganaba la carrera.