martes, 3 de abril de 2012

Autocriticarse

Como ya expresé antes, el ser humano común tiene incorporada una dosis de egoísmo propio de su naturaleza, necesaria para adaptarse al mundo actual plagado de aventajados que quieren sobresalir valiéndose de su rapidez mental para desplazar a aquellos que se duermen ante las oportunidades.
Sin desviarme más del tema de hoy, quiero proponer una manera de mantener nuestro egoísmo a raya: la autocrítica. Ante cada situación incómoda o conflictiva, es de gran ayuda para uno mismo y para el entorno hacer un meaculpa. Es decir, analizar en primera instancia cual es el error que está cometiendo uno para llegar a verse envuelto en ese problema. Esto requiere el ejercicio de pensar cómo nos ven los terceros. Ponerse en el lugar del otro. Ese es el principio básico para reducir nuestros niveles de egoísmo. El resultado de la autocrítica debería tender siempre a ser solidario con los demas. Cuando, en cambio, la resolución implica ser más estricto con ciertas cosas, y tiende a restringir en vez de permitir, siempre debemos dar a conocer el por qué. De esta forma abrimos la posibilidad a que otros quieran autocriticarse y corregir desde su lugar aquello que inició el conflicto.
A largo plazo, si esto siguiera los caminos de la lógica, el egoísmo tendría que desvanecerse. Pero soy realista y entiendo que la situación de no conflicto, siempre dará lugar a la aparición de nuevos aventajados, que querrán sacar provecho de la situación.

La mentira más grande fue decirnos que la tortuga ganaba la carrera.

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