jueves, 5 de abril de 2012

La contracara

Después de pegarle tanto a la raza humana, me permito hacer un alto y hablar de la contracara del asunto, de los valores positivos que aún persisten.
Hoy quiero hablar de un tema no muy feliz, pero algo que a su vez habla bien del ser humano: la tristeza ante la pérdida de un ser querido. Aquel baldazo de agua fría que a todos nos inunda en algún momento, aquel instante repentino en el que nuestro cerebro percibe la trágica noticia y al instante la memoria vuelca los recuerdos alegres y momentos vividos, con una extraña luz blanca haciendo del recuerdo algo casi mágico... pasa de una imagen a otra, en forma de diapositivas por nuestro sistema nervioso en cuestión de segundos... y de repente se apaga, se remite a una oscuridad propia de la TV que dejó de transmitir una imagen y del destello blanco absoluto pasa al definitivo negro. Lágrimas. El instintivo movimiento de la mano al pecho. El cuerpo indicando un malestar emocional incesante, como si algo le hubiese sido arrancado con las manos de algo tosco, deforme y carente de amor. Y el largo proceso de duelo, en el cual la mente se sumerge lentamente en la realidad, y comprende que aquella persona desapareció del mundo real para siempre...
No todo es falsedad. Y no todo es pura lógica... hay cosas que todavía no poseen una explicación racional y coherente. Como por ejemplo, un hijo que llora a su difunto padre después de haber llegado a sentir odio hacia el mismo. ¿Cómo puede ser que lo positivo pese más aún en esas circunstancias? En algún momento se me ocurrió pensar que las lagrimas en un caso como este, se deben a la comparación... El individuo compara su situación con la de otras familias más unidas, y el llanto es una manifestación de bronca y frustración por no haber podido resolver a tiempo todos los conflictos... Y de esta forma estaríamos cayendo de nuevo en el egoismo... en que toda sensación incómoda pasa por estar "peor" que otros. Pero no... yo creo que hay algo más... algo que mi cuadrada lógica no alcanza a comprender, y quizás nunca lo haga.
Hay quienes se aferran a la idea de la vida después de la muerte, como una esperanza de poder ver a sus seres queridos otra vez. No es algo que encaje en mi pensamiento... pero es válido igual.


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