Me permito decir que lo más parecido a la "meditación" que me ha tocado experimentar es la de tocar en vivo. Con el ensayo previo adecuado, estar arriba del escenario interpretando diversos estilos de música es una experiencia gratificante y liberadora, que con el tiempo uno aprende a disfrutar. Los nervios siempre están, esa sensación extraña en el estomago, producto de la ansiedad, entra en los parámetros de lo normal. Pero una vez adentro, es cuestión de mirar decidido al público, convencerse uno mismo de saber lo que se está haciendo... y dejar que la mente vuele. La coordinación con los compañeros y con el propio instrumento es algo que fluye automáticamente con la práctica.
En lo personal, creo que el periodismo radial o televisivo nunca me va a sentar tan bien como tocar arriba de un escenario. El público es otro, las pretensiones son distintas, y la inmediatez de algo no ensayado en lo previo me es al día de hoy un punto débil.
Me retiro a practicar....
Come together
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