miércoles, 1 de febrero de 2012

Lo desconocido

Eran las 3 de la madrugada y no podía conciliar el sueño, así que fui a pedalear por Buenos Aires a buscar el nivel de cansancio adecuado. Desemboqué en el final de la avenida Guzmán, una curva doble mano, arboles arriba tapando cualquier luz exterior... ni un farol. A mi derecha, la vía del ferrocarril Urquiza, oscura y abandonada a esas horas de la noche. A mi izquierda, el cementerio de la Chacarita. Por un segundo, la idea de meterse por esa curva desierta me pareció ridícula, y algo tan primitivo como el miedo a lo desconocido surgió como barrera. Y sin embargo entré, y durante esas 10 cuadras de pedaleo en busca del débil destello anaranjado al final del sendero, me invadió un mar de pensamientos, cuyas olas arrastraban un vocablo en común: "desconocido".

Es interesante analizar la reacción de los seres vivos ante lo desconocido: miedo? agresividad? curiosidad?... esa sensación de sentirse tan pequeño ante ese mundo enorme que se resume en esa única palabra?... Y eso me recordó también a un refrán que solía utilizar mi abuela: "Más vale malo conocido, que bueno por conocer"... y acá quizás es donde, por un instante, podemos politizar el asunto y decir que algunos con acceso al poder hacen daño, pero el ciudadano común no se asusta porque es algo que conoce, es algo para lo que puede estar preparado... lo desconocido nos pone en duda, puede ser algo insignificante, o nos puede superar... no se sabe, nos deja con ese eterno interrogante "¿Estoy preparado?" "¿Tengo que estarlo?", y esa es la raíz de ese miedo primitivo, esa fuente de adrenalina de donde surgieron tantas obras escritas o cinematográficas del género "Terror".

El destello anaranjado me guió a otra avenida, y cuando miré de nuevo las calles estaba en la General Paz... pero esa es otra historia.


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