lunes, 30 de julio de 2012

Fiction Science (Parte 7)

El mundo detrás de la bola (Día 2, después del accidente)

La carpa violeta no estaba, y nadie en aquel subsuelo de la Galería Araoz tenía idea sobre aquella gitana de la que aquellos dos jóvenes estaban preguntando. Resignados, Paja y Pirata subieron las escaleras para pensar un poco mejor las cosas.
-¿No dijo nada sobre una circunstancia así? ¿Qué pasa si alguien muere en el cuerpo del otro?
-¿Dijo algo sobre "circunstancias especiales", pero no recuerdo mucho más?
-¡Vos estabas sobrio! Tenés que poder acordarte.
-Calmate Pirata.
-¡Es fácil decirlo para vos! No es tu cuerpo el que está aplastado por un colectivo.

Estaban caminando por delante de las vidrieras, cuando una en particular llamó la atención de Paja.

-Esa bola...
-¿Qué?

En una vidriera, había una bola de cristal. Por tan solo un segundo, a Paja le pareció ver los ojos de la mujer que los había transformado. 

-¡La bola de cristal! La de la gitana. ¡Está en venta en ese negocio!
-¿Cómo sabés que es esa?
-Confiá en mi.

Ambos entraron al negocio, y hablaron con el vendedor.

-¿Dónde encontró esa bola?
-Era de una pitonisa que trabajaba en esta misma galería hace un tiempo
-Hace un tiempo... es decir ¿Dos días?
-No no muchachos. Esa mujer lleva años muerta...

Ambos jóvenes se miraron. Tratando de conservar la calma, preguntaron el precio de la bola y decidieron comprarla.

-¿Ahora qué hacemos? 

Pirata frotó la bola con desesperación, pero no ocurrió nada.

-No sirve ¡NO SIRVE!

Muy enojado, Pirata estrelló la bola contra el piso. Y todo se puso negro...

Ambos flotaron en algo que parecía ser un vacío total. Dentro la oscuridad, los muchachos distinguieron una silueta que se hacía cada vez más grande. Un cadáver, de pie. Con un vestido púrpura y un pañuelo rojo con manchas blancas por encima de la putrefacta cabeza. El cuerpo de la gitana levantó un brazo señalándolos, y cuando habló, lo hizo con una voz grave y gutural. 

-Deben pronunciar el nombre del alma perdida. Aquel que perdió el cuerpo debe tomar la decisión de seguir adelante con un físico ajeno, o dejar que su espíritu se libere por encima de lo terrenal y descanse en paz.

Dicho esto, el cadáver de la gitana giró su cuello (que parecía quebrado) y apuntó la mirada hacia Pirata.

-Quiero que vuelva Martín...- Sentenció Germán, en el cuerpo de Lucas. -Mi cuerpo no va a volver. Y Martín tiene asuntos pendientes.

La gitana chasqueo sus quebradizos dedos. Y se hizo nuevamente de día.

Martín y Lucas (en sus respectivos cuerpos) estaban tirados en la entrada de la Galería Araoz. Ambos se miraron, y fue Lucas quien rompió el silencio.

-Se sacrificó. Germán eligió morirse, antes que ser yo.

Martín asintió y algunas lagrimas cayeron de sus ojos. Ambos se pusieron de pie y caminaron en direcciones opuestas.

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