lunes, 3 de septiembre de 2012

El sendero de las rejas (Parte 5)


Gabriel se guió por la luz del patrullero para encontrar la salida. Miró al piso y notó que el suelo de ladrillo se movía bajo sus pies. Se mareó y decidió detenerse por un momento. Su celular volvió a sonar. Otro mensaje: otra foto.
El piso del pasillo por el que acababa de salir. Y la cara ensangrentada de Laura reflejada en un charco de agua.

Intentó correr, pero el movimiento bajo sus pies lo mareaba. Se sentía como si lo hubiesen drogado. Todo pasaba en cámara lenta, como en una pesadilla en la que todo movimiento de escapatoria es lento e inservible. 
Ahora Laura iba a llegar y le iba a causar una muerte lenta y dolorosa. Estaba convencido de ello. Gabriel se arrodilló y habló en voz alta.

-Lo que sea que vaya a pasarme ahora, me lo merezco. La nena tenía razón. Papá es malo. Fui una mala compañía, un padre ausente. Te abandoné cuando más me necesitabas, Laura. Me apuré a tomar una decisión… y me arrepiento. Estoy dispuesto a aceptar las consecuencias.

Desde la calle, se escuchó una nueva sirena. Y una luz blanca y roja parpadeante iluminó todo el entorno. 
Gabriel se puso de pie nuevamente. El piso ya no se movía bajo sus pies. Caminó en busca del origen de aquellas luces. Logró llegar a las rejas. Un coche de policía y una ambulancia estaban estacionados en medio de la calle. 

Lucía estaba abrazada a una mujer mayor.
-¿Dónde estabas querida?
-Con mamá…

La madre de Laura lloró mientras abrazaba a su nieta. Una voz sonó dentro de la cabeza de Gabriel.
-Quería que la conocieras…
Alguien lo abrazó por la espalda, y Gabriel se dio vuelta, sobresaltado. Laura, tan bella como la había conocido. Le sonreía.
Afuera, dos policías forenses se estaban llevando un cadáver en una camilla. De la sábana que lo cubría, sobresalía un brazo. Tenía puesto un reloj plateado, con una “G” dorada en la malla.
-Lo atropelló un camión, mientras hacía un paseo nocturno en bicicleta. 

Gabriel miró la secuencia sin sorprenderse. Afuera, Lucía saludó a sus padres agitando su mano.  
-Es hermosa.

FIN

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