domingo, 23 de septiembre de 2012

Instituto mental (Parte 1)


El relato de Jorge

-Creo que cada vez que vuelvo sobre ese momento, mi mente se detiene a ver los detalles con mayor atención. No sabría decir con seguridad si son reales o mi cerebro los inventa, pero por algún motivo los recuerdo… Ni una nube, irónicamente el día más lindo posible para un comienzo de primavera. Una avenida bastante transitada, bocinazos de fondo, alguna que otra sirena de ambulancia. El bar estaba al otro lado de la avenida. “Richards”. Lo atendía su propio dueño, Ricardo. Y su mujer, una joven con los ojos achinados y pelo rojo oscuro. Crucé. En vez de seguir la senda peatonal, quise llegar a la vereda de enfrente por un espacio entre dos autos estacionados. Y ahí, el bocinazo sonó al lado mío. ¿Habrá sido una señal? No solía creer en ese tipo de cosas, pero ahora me carcome la duda. El auto azul venía en reversa, queriendo estacionarse en el espacio por el que estaba pasando yo. No lo vi. Ahora lo veo. Mi cerebro me muestra un panorama más amplio, y puedo ver como la baliza amarilla se acerca cada vez más. 

Jorge Taffarelia se llevó una mano a los ojos y se apretó las sienes con el pulgar y el dedo mayor.

-¿Y entonces?... Tómese su tiempo.

Jorge bebió un sorbo de agua. Luego apoyó el vaso sobre la mesa que lo separaba a él del Doctor Kanemann. Sobre ellos, la única fuente de luz tintineaba y se movía en círculos lentamente.

-Di un salto hacia la vereda, por supuesto. Fue un acto reflejo.

-El informe dice que usted estaba en el bar cuando…

-¡Ya voy a llegar a eso!... Por supuesto que entré al bar, allí habíamos acordado encontrarnos, después de tanto tiempo.

A Jorge se le quebraba la voz, y sus ojos comenzaron a enrojecerse.
-Pero antes tuve una fuerte discusión con el hombre del auto azul. Un viejo, parcialmente calvo. Anteojos, un bigote blanco grueso. Vestía bastante formal. Zapatos negros bien lustrados… Dicen que lo primero que le miran a uno en una entrevista de trabajo, son los zapatos… 

El psiquiatra le acercó una fotografía a Jorge.
-La encontramos con sus objetos personales.

Jorge miró la foto y la apretó suavemente contra su frente.
-Hay tantas cosas que podría haber hecho…

-¿A qué se refiere?

-¿No le parece curioso doctor, cómo una ínfima acción puede alterar un millón de cosas? Creo que no fui el único que vio lo que pasaba con ese auto… pero aún así, soy cómplice de algo horrible, por elegir la peor de las opciones. 

-¿El silencio?

-¡Exacto doctor! El silencio siempre influye negativamente en acciones posteriores. Y así es cómo funciona el mundo… los fuertes se sostienen en el poder ante la mirada impotente de los silenciosos.

-¿No le parece que se está yendo por las ramas?

-Todo tiene que ver con todo.

-En fin. Se quedó en la parte de los zapatos.

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