sábado, 1 de septiembre de 2012

El sendero de las rejas (Parte 3)


La oscuridad del cementerio era total. No podía ver a más de un metro de distancia, y no estaba seguro de querer hacerlo.

Se le ocurrió que podía usar su celular a modo de linterna. Lo sacó de su bolsillo y, muy nervioso, encendió la pantalla. Estaba en un camino de ladrillo, que más adelante zigzagueaba y se perdía de vista. A ambos lados había filas de tumbas. Las más cercanas eran las más antiguas, y más al fondo aparecían las más recientes.

Tratando de no elevar demasiado la voz, pronunció el nombre de Lucia. No hubo respuesta. Comenzó a caminar por el piso de ladrillo, con el celular delante de él como única fuente de iluminación. Y el teléfono comenzó a sonar y vibrar…

El susto hizo que se le cayera el aparato de las manos. Se agachó a recogerlo… y sintió que algo se movió muy rápidamente detrás de él. Se dio vuelta otra vez con el celular en la mano, pero no había nadie.
Afortunadamente el celular no parecía dañado con la caída y tampoco se había apagado. Tenía un mensaje nuevo: una foto de una tumba. No se alcanzaba a ver la cripta con el nombre y la fecha, pero se podía notar que la tumba no tenía más de un año de antigüedad.

Siguió caminando, y oyó un grito a lo lejos.
-…Mami…

Corrió hacia el lugar de donde provenía el sonido. En diagonal hacia la derecha, más al fondo. La nena volvió a gritar y esta vez lo oyó muy cerca.
-¡MAMÁ!

Giró por un nuevo pasillo. Y allí estaba… al fondo. De perfil, mirando hacia una de las tumbas. Sus ojos no apuntaban al piso, sino más arriba. Como si estuviese conversando con alguien.
Lentamente caminó hacia ella, con el celular/linterna en alto.
Se acercó más… ya estaba junto a ella.
-Hey… ¡Lucía!
-Ya estuve acá. Con la buela. El día que se fue mamá. La buela estaba triste. Pero mamá volvió. Y la quiero llevar con la buela.

Gabriel recordó un consejo de un amigo de su infancia: “Decile SE MURIÓ. Nunca le digas a un chico que un pariente SE FUE, porque va a esperar que vuelva.”

De repente sintió lástima por la nena. Se arrodilló y la abrazó. Con Lucía aún en brazos, miró la tumba que estaba delante de ellos. Mármol blanco, inscripción dorada. La tumba de la foto… Miró el nombre y la fecha de defunción, y allí fue cuando comprendió todo.

La nena que tenía en brazos, le habló al oído con voz de mujer adulta.
-Hola Gabriel. Tanto tiempo…

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comentario/opinión/crítica/puteada