miércoles, 17 de octubre de 2012

Instituto mental (Parte 12)

Veo puntos negros. Primero la fiebre y a ahora esto. Estoy tirado en medio de un pasadizo secreto, con un arma en la mano. Se la hice demasiado fácil al policía de mierda, que me creyó sospechoso desde un principio. Ricky ya no está, obviamente. Hasta que prendieron las luces otra vez, el verdadero asesino ya volvió a su celda y se hizo el dormido. 
Me duele... creo que la bala me atravesó a la altura de los riñones... Podría intentar decirles la verdad, y ahorrarles más muertes. No me van a creer. Pero al menos me voy con la conciencia limpia de que intenté ayudarlos hasta último momento... No. Gastar mis últimas energías en eso, no tiene sentido. Ricky tenía razón. Somos todos egoístas. Tampoco me importó que hubiese otras 11 víctimas además de Cecilia en aquella explosión, que ahora me parece tan lejana. Ahhh.. Cecilia. Ahora más que nunca pido que haya una vida después de la vida, para verte otra vez.

Jennings, a escondidas, decidió hacerle una visita a Jorge Taffarelia en su celda de aislamiento. Estaba convencido de que, esa vez, iba a lograr sacarle toda la verdad. Primero, necesitaba de la ayuda de su antiguo colega.

-Policía bueno, policía malo. Como en los viejos tiempos, Cucho.

-¿Cómo hiciste para conseguir las llaves?

Jennings señaló al guardia negro. Roncaba y se babeaba, durmiendo profundamente sentado en su silla.

-No me extraña que siga habiendo asesinatos con este nivel de seguridad.

Carboni y Jennings se aproximaron al cuarto de Jorge. Ni siquiera imaginaron que, un par de habitaciones más lejos, la celda correspondiente a Ricky estaba vacía.

-A ver... Celda 3, ésta tiene que ser la llave.

Adentro no había nadie. Una baldosa floja conectaba con un pasadizo secreto.

-La puta madre. Yo sabía. ¡Cucho!

El detective saco dos pistolas, y le cedió una a su compañero.

-Hora de tu reivindicación.

Se metieron por un largo pasillo. Al final del mismo, una escalera los conectaba con una especie de laboratorio. Al pie de la escalera, los policías reconocieron a Jorge: Estaba de pie, sosteniendo una pistola.

Carboni intentó concentrarse. Jorge parecía querer levantar el arma.

-No falles, no falles, no falles.

El ex policía disparó, y al mismo tiempo las luces se apagaron.

-¡Le di! Creo que le di.

Jennings se apresuró a prender las luces otra vez. Jorge yacía en el suelo, malherido.

-¡Dame eso!

Le sacó el arma de las manos a Jorge. No había nadie más en ese laboratorio. En los estantes había todo tipo de venenos y otras sustancias.


EPÍLOGO

Es mi última chance de hacer algo útil por un mundo al que no voy a pertenecer más. 

Con la boca ensangrentada y agonizando, Jorge escupió sus últimas palabras:

-Bienvenido al instituto, detective. Cuando le llegue el turno, elija la opción indolora.

FIN







No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comentario/opinión/crítica/puteada