martes, 9 de octubre de 2012

Instituto mental (Parte 9)

Se puede soñar y creer que lo que se vive en el sueño es real. Pero no se puede estar en plena vigilia y creer que lo que se vive es un sueño. Eso es un síntoma de mala salud mental.

-¡No puede ser! ¡Me siguen matando a la gente delante de mis narices!

Jennings estaba furioso. Desde su llegada, habían asesinado a dos personas más, y sus avances en la investigación iban demasiado lento. A pesar de todo, Jorge seguía siendo el sospechoso principal.

-Denme una cama en el sector C. Quiero vigilar bien de cerca a ese tipo.

Mientras tanto. Los pacientes se encontraban en la sala de recreación. Habían reforzado la seguridad y ninguno de los pacientes tenía permiso de deambular solo por el instituto. Dentro de la sala se respiraba un aire de tensión y desconfianza. Ricky, a quien jamás se le había escuchado la voz, fue el primero en encarar a Jorge.

-¡Hijo de puta! Vos la mataste.

El joven lloraba, pero caminaba a paso decidido hacia Jorge, con el índice levantado. El guardia negro tomó a Ricky por los brazos y le impidió seguir avanzando.

-¡BASTA! No me obligues a llevarte a aislamiento.

-¡Estás muerto! Date por muerto, hijo de puta.

Ricky logro liberar uno de sus brazos, y se llevó los dedos al cuello en un gesto amenazador hacia Jorge.

-¡Enfermera!... Traiga un tranquilizante para el muchacho.

La enfermera, quien le estaba suministrando un medicamento a Neuro, se levantó y fue a buscar una jeringa.

Ricky tomó asiento ante la mirada atónita del resto de los pacientes. Cuando la enfermera se acercó a darle una inyección, el muchacho le pateó la mano con todas sus fuerzas.

-¡AAAHHH!

-¡BASTA!- Exclamó el guardia -Vas a venir conmigo, pibe.

El guardia salió con Ricky, dejando al resto de los pacientes a cargo de la enfermera. Nadie se animo a acercarse a Jorge... Con excepción de Neuro. Se sentó junto a él, y le habló con una voz grave y pausada. Se notaba que lo habían drogado recientemente.

-Tranquilo macho. Ese pibe tiene un par de trastornos de personalidad.

-Me doy cuenta.

Neuro se acercó más, y le susurró algo al oído.

-Se que no sos el asesino.

-Gracias... ¿Y cómo es que estás tan seguro?

-Porque sé quien es...

Jorge abrió bastante los ojos en señal de asombro.

-¿Quién?

Neuro suspiró y miró al suelo. Se tomó su tiempo para contestar.

-El doctor Kanemann. Él y su tío, son los asesinos.

-Pero ellos... el tío, según tengo entendido, está en juicio. Y el sobrino murió. Era el psiquiatra titular.

-Ya se. No son los asesinos materiales. Pero son intelectualmente los... responsables. ¿Cómo explicarlo?

-No entiendo.

-Voy a ser directo. Acá dentro se llevaron a cabo experimentos muy extraños. Eligen a los pacientes que no tienen familia ni nadie que reclame por ellos. Y les hacen todo tipo de torturas. Bah... les hacían.

-¿Y usted cómo lo sabe?

-Yo fui uno de ellos. Y a mi me tienen drogado para que no hable con nadie. Pero se muchas cosas sobre este lugar.

-¿Sabe quien es el asesino?

Neuro asintió.

-Gracias a usted, estos experimentos no se van a hacer más.

-No entiendo... ¿Quién es el asesino?

-Gracias a usted...- Reiteró Neuro -Y a su mujer, por explotar con el auto de Kanemann Tío.

Jorge se sorprendió. Ya comenzaba a ponerse nervioso.

-¿El dueño? ¿Usted cómo sabe todo esto?

Neuro se tomó el pecho, como si le costara respirar. Aún así se las ingenió para seguir hablando.

-Si todo sale como debería, yo voy a estar muerto en pocos minutos. Es lógico. Creo que mi objetivo en el mundo ya se cumplió. Así que voy a ser breve: este lugar es una tapadera de un laboratorio totalmente ilegal, manejado por Kanemann tío y Kanemann sobrino.... La ruta del encapuchado es la clave.

Neuro se tomó la zona estomacal. La enfermera advirtió la situación y se acercó lo más pronto que pudo.

-Mucha suerte, macho.

El hombre de pelo largo vomitó y comenzó a convulsionar. Antes de que la enfermera pudiese aplicar cualquier maniobra de primeros auxilios, Neuro se quedó estático, abandonando el mundo para siempre.

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