Sí. Esa desesperación de no encontrar aquello que necesitamos en ese preciso instante. La que nos remite a buscar en lugares "comunes", en vez de calmarse y mirar todo el panorama. A tal punto que ya se vuelve una cuestión personal: vale más encontrarla para saber dónde corno estaba, que la utilidad del objeto en sí.
Existen dos formas de abrir el portal hacia la dimensión de objetos perdidos, y encontrar la condenada cosa que estemos buscando.
Supongamos que el objeto es una cámara de fotos: si en el momento de soltarla fuimos conscientes de haberlo hecho, basta con hacer el complicado pero efectivo ejercicio de concentrarse y hacerse la siguiente pregunta: "¿Dónde la vi por última vez?". Las imágenes que proyecta nuestro cerebro, almacenadas en nuestra memoria, nos va a guiar hacia el objetivo.
Ahora bien, si mientras apoyábamos la cámara estábamos pensando en qué vamos a comer a la noche o a qué hora es el partido... es casi imposible que encontremos aquello que buscamos. Tendremos que esperar a que se vaya la desesperación del momento para poder ampliar el panorama visual. La dimensión de objetos perdidos no abre sus puertas sobre los lugares más obvios.
Resulta que la tapa del metrónomo estaba en un porta CDs. Dale...
La dimensión de objetos perdidos tiene un problema conmigo y yo tengo un problema con mi memoria.
ResponderEliminarRutina jaja